Trabajo freelance ¿Aventura de pandemia o romance estable?

La revolución digital sucumbió la economía y como sucede con todas las grandes transformaciones, al sur llegan con delay y cierto recaudo, pero terminan por instalarse y cambiar nuestra cultura. (Lo hicieron los donuts y los cafés de litro, bien lo hará la gig economy). El teletrabajo se instauró masivamente y a esta altura podemos afirmar que fue el único saldo positivo de esta hecatombe.

En un mundo globalizado y a los pies de la tecnología que avanza a ritmo de maratonista, la economía del trabajo virtual, remoto, a distancia y a demanda, terminó por consolidarse con el envión pandemia y su potencia hizo sucumbir los cimientos del campo laboral. (Y de las metas y expectativas de los millenials: la opción de no ir a una oficina, trabajar para diferentes proyectos y gestionar el tiempo de forma independiente, ya no es una fantasía hippie o de prodigio de Sillicon Valley, es una realidad) El boom del trabajo remoto es la panacea de los freelancers.

Esta nueva economía definió una nueva manera de consumir. La flamante normalidad indica que ya no tenemos que levantar el teléfono para pedir una pizza, alzar la mano para frenar un taxi, ir a la veterinaria por la comida de Snoopy, escuchar el Crunch de los nachos ajenos en el cine o andar con plata en el bolsillo. ¿Cajeros who? Todos nuestros consumos culturales son on demand. Criptomonedas, billeteras virtuales y amores a un desliz de distancia

La Gig Economy es el modelo que mueve la economía a través de plataformas que ofrecen los servicios profesionales de personas particulares para proyectos de corto plazo. Es una forma de economía colaborativa que mueve grandes números totales por medio de pequeñas cantidades de dinero.

Paul Estes, defensor incansable de la Economía del Talento y ex muchacho Amazon, dijo que contratar a su primera asistente virtual transformó la forma en que vivía y trabajaba. Así de simple. La tecnología facilitó una nueva forma de trabajar y contratar, en donde lo que prevalece es el talento. El peso que antes tenían entrevistas, contactos, ciudad de nacimiento y promociones arbitrarias, se equilibró y la nueva cara laboral es tu habilidad o conocimiento. No importa dónde residas, si sos carismático o si tenés el pelo rosa.

Y lo épico de esta nueva modalidad es que funciona tanto para aquellos que quieren trabajar desde sus casas como para las empresas empleadoras. Ya no se comprometen con un trabajador eternamente ni batallan contra regulaciones. Además, el confinamiento probó a las compañías que la productividad no depende de la presencialidad. Así que dicho esto, te invitamos a subirte a esta nueva ola y surfear las delicias del trabajo desde tu casa. Pantuflas, café recién hecho, abrís Laburas, te registras y pones a prueba tus habilidades a distancia.